Hay un tipo de cáncer de mama sobre el que cuesta hablar porque, como destacan las afectadas, no tiene final feliz. Ellas no se identifican con el color rosa que cada 19 de octubre ayuda a concienciar sobre los distintos tumores de pecho y la importancia del diagnóstico precoz.

Y no lo hacen porque su pronóstico suele ser malo. Así que urgen a que la sociedad hable sin tapujos de ese 20% de los cánceres de mama que no se curan: los metastásicos. Esto es, aquellos en los que las células cancerígenas se propagan a otros órganos -muy frecuentemente a los pulmones, cerebro, hígado y/o huesos- y provocan un agravamiento de la enfermedad que los fármacos existentes todavía no han conseguido revertir. Así, la supervivencia media oscila entre tres y cinco años.

Pero, como destacan las protagonistas de este reportaje, hay razones para seguir reclamando atención para el cáncer metastásico: hay investigación y hay nuevos fármacos aprobados en Europa. Otra cosa es que, según denuncian, España tarde 19 meses más que la agencia comunitaria en aprobarlos e incorporarlos a la cartera de prestaciones del sistema nacional de salud, lo cual determina en qué momento la sanidad pública empieza a financiarlos. Cuanto más tarde, más tiempo de disponibilidad exclusiva en la sanidad privada y más limitaciones de acceso a miles de enfermas, que no pueden esperar año y medio para recibirlo porque su esperanza de vida es demasiado corta.

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