Mientras en el hemiciclo el pleno lo marca la habitual bronca política, fuera del Congreso una treintena de mujeres espera a que la sesión acabe para entrar y celebrar una jornada en la que literalmente les va la vida. Sufren cáncer de mama metastásico y han venido desde diferentes puntos de España para explicar sus necesidades y exigir medidas a quienes tienen en sus manos tomarlas. Urge hacerlo porque el tiempo juega en su contra. En una semana han perdido a dos compañeras y en febrero, en tan solo diez días, tuvieron que despedirse de once.
Pilar Fernández procede de Asturias y Tania Estapé de Barcelona. La primera es presidenta de la Asociación Española Cáncer de Mama Metastásico, y la segunda ocupa el mismo cargo en la Sociedad Española de Psicología Oncológica SEPO. Porque las pacientes llegan apoyadas por un grupo de profesionales de diferentes ramas y, al igual que la biomedicina, el ámbito psicosocial es esencial dentro de la atención integral que requieren. Ambas forman parte del ‘Comité de Expertas’ que ha elaborado el manifiesto en el que se resumen las carencias que tienen en concreto las afectadas por un cáncer de mama triple negativo metastásico (CMTNm), un subtumor muy desconocido, especialmente agresivo y de mal pronóstico.
“Queremos darle difusión porque es una enfermedad muy poco visible dentro del discurso del cáncer de mama. A las realidades sin final feliz también hay que darles voz porque si no, no se aportan soluciones”, afirma Pilar, y añade que el manifiesto realmente se podría extender a todos los pacientes oncológicos en fases avanzadas, “porque las necesidades y carencias son parecidas”.
A Pilar Fernández le detectaron un primer tumor hace tres décadas, al que le siguió un segundo bulto tres lustros después. Y hace seis años le diagnosticaron metástasis. “Es una realidad completamente diferente porque sé que en esta ocasión no voy a poder curarme”, admite. Desde entonces se mueve entre la incertidumbre que le produce pensar en el futuro y la esperanza de poder acceder a alternativas terapéuticas que ya están en el mercado y que han demostrado su eficacia a la hora de prolongar la supervivencia y mejorar la calidad de vida. Incomprensiblemente aún no se han incluido en el Sistema Nacional de Salud, pese a que la UE estipula en 180 días el tiempo máximo para esas incorporaciones.
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