Columna de opinión, por Pilar Fernández Pascual, presidenta de nuestra Asociación Española Cáncer de Mama Metastásico

Cuando vi por primera vez esa película (In time) en la que Justin Timberlake corre de un lado para otro, con un reloj grabado en la piel de su muñeca, indicando el tiempo que le quedaba de vida, me pareció tan absurdo, tan fantasioso, que ni si quiera pude acabar de verla.

¿Quién me iba a decir a mí que unos cuantos años después me iba a sentir como el protagonista de esa película? Con un reloj en mi muñeca marcando el paso del tiempo que me queda y luchando por conseguir que alguien me transfiera más minutos de vida.

Y es que cuando te diagnostican un cáncer de mama metastásico (CMm), te das cuenta de verdad que el tiempo va a ser tu mejor y tu peor aliado, y tienes claro que tu vida se va a convertir paradójicamente en una carrera de fondo y a contrarreloj.

Desde el minuto uno tú sabes que tienes una enfermedad incurable que, en el mejor de los casos te permitirá vivir unos cuantos años saltando de un tratamiento a otro, y en el peor de los casos dejarás a una familia rota de dolor, probablemente con hijos pequeños, o nietos, o padres y madres que, por la evolución lógica de la vida, ahora necesitan de tu acompañamiento más que nunca, o una pareja que tendrá que salir adelante sin la persona con la que quería compartir el resto de su vida.


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