Querida Gemma,
Qué injusta fue nuestra enfermedad contigo. Te quitó casi todo, sin darte tregua, estabilidad ni paz. A menudo acudías a nosotras en busca de esperanza, aferrándote a la posibilidad de que la siguiente línea de tratamiento te regalara aunque sea un poco más de tiempo, un poco más de tranquilidad.
Nunca quisiste irte. Te aferraste a la vida con todas tus fuerzas. No podías resignarte a dejar atrás a tu hijo, ni a ver cómo tu vitalidad se desvanecía poco a poco. Por eso, a pesar de los obstáculos y el dolor, aprovechabas cada pequeña tregua para hacer ese viaje pendiente, para disfrutar de nuevas aventuras, para ver nuevos países, para regalarle a tu hijo ese plan tan especial el fin de semana, pegarte esa celebración al ritmo de la música que te encantaba, ver esa peli de tu actor favorito, nadar en el mar más turquesa que habías visto, pasear a caballo, o vibrar con ese concierto junto a tus amigos.
Eras una persona llena de vida, Gemma. Amabas la vida con todo tu ser, y así te recordaré siempre.
También recordaré tu generosidad, ese impulso tan tuyo de ayudar, de compartir tu experiencia, de ofrecerte siempre para brindar apoyo y dar la información que a ti te sirvió, que esperabas me ayudase a mi y a otras compañeras que transitamos contigo este duro camino.
Te fuiste demasiado pronto, Gemma, y la ciencia está en deuda contigo. Te debe una explicación que se traduzca en más investigación, en corregir todo lo que en tu caso falló. Mientras tanto, nos consuela pensar en todo lo que pudiste disfrutar de la vida siempre que pudiste, con cada momento que aprovechaste al máximo, todo lo que generosamente intentaste dejar bien ordenado para los tuyos y que ahora, donde estés, ya no hay dolor que pueda hacerte sufrir más. Te fuiste, pero no te has ido. Porque hay algo en ti que sigue dando vueltas entre nosotras: una especie de chispa rebelde y genuina que nos recuerda que la vida, por difícil que sea, es algo por lo que vale la pena pelear. Así que aquí seguimos, recordándote en cada pequeña cosa que te hacía única, con la certeza de que esa energía que tan naturalmente irradiabas nunca desaparecerá.
Te queremos y nunca te olvidaremos.