Eras era una mujer extraordinaria, llena de vitalidad, joven (acababas de cumplir 44 años), cariñosa, valiente, generosa… que nunca te rendiste. Afrontaste la enfermedad con suma entereza y hacías que cada día, cada sesión de tratamiento se convirtiera en un hecho de vida, porque deseabas vivir sólo para hacer feliz a los demás. Gracias, amor mío. Y allá donde estés iluminarás con tu sonrisa todo tu alrededor. Te quiero y te echo mucho de menos. Tomás